Los gatos callejeros suelen ser muy resistentes, especialmente si se trata de gatos muy jóvenes. Los gatos que no han sido desparasitados pueden ser portadores de la toxoplasmosis. La enfermedad se transmite al bebé porque el gato tiene las heces infectadas con otro tipo de parásitos y estos son consumidos por el bebé cuando le da la teta.
Las madres deberían evitar dar su leche materna a un niño menor de 6 meses si hay una mascota en casa o cerca del hogar. En este caso, es conveniente que las mujeres embarazadas eviten tocar a los gatos durante sus últimas semanas antes del parto para prevenir la posibilidad de contagio durante el período prenatal.
Además, los padres deben mantener al bebé alejado del contacto directo con los excrementos del animal o limpiar bien los lugares donde habitan los gatos. También es importante eliminar todo rastro de comida o agua que pudiera haber en el lugar donde vive el animal. Esta precaución evitará que el bebé coma orina o heces contaminadas del animal y así protegerlo contra la toxoplasmosis.
La toxoplasmosis se puede transmitir al feto también durante el parto y hasta después del nacimiento, ya que a veces las hembras infectadas no presentan síntomas evidentes ni siquiera cuando están gestando un hijo y tampoco lo manifiestan después del nacimiento. El riesgo depende mucho del momento en que se infectaron las madres: si fue antes de concebirse o durante el embarazo; y si fueron expuestas al contagio después del nacimiento (comer carne cruda, forraje contaminado).
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